Algunos alimentos muy nuestros. Hoy, pimientos verdes y de Gernika.

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Nuestra popular variedad de pimientos fue antes de Bizkaia que de Gernika, pero más allá de su nombre o apellido lo que de verdad importa es la intensidad de color y sabor con la que han traspasado fronteras y por la que han obtenido su merecida denominación y admiración gastronómica.

Los pimientos de Gernika parecen inconfundibles, ¡pero ojo! estos pimientos con Denominación de Origen Gernikako Piperra deben haberse cultivado y envasado en Gipuzkoa, Bizkaia o zonas cantábricas alavesas donde la humedad es alta, la temperaturas moderada y el suelo ácido y, proceder únicamente de las variedades Derio e Iker.

Algunas curiosidades del Pimiento de Gernika

Sabemos que el pimiento fue introducido en la península después del descubrimiento de América. Aquella primera especie silvestre era algo más alargada y algo más picante que la nuestra de Gernika y, en sus inicios se cultivaba con el fin de producir el pimiento ya maduro o lo que conocemos todos como el pimiento rojo choricero. Poco a poco se fue adaptando a nuestro suelo y a nuestros gustos, hasta convertirse en lo que hoy conocemos como Gernikako Piperrak.

Un pimiento muy saludable

A pesar de consumirse fritos que parece no ser lo más recomendable, los pimientos de Gernika tienen vitaminas C, A y E, vitaminas del grupo B, ácido fólico, potasio, calcio, fósforo, magnesio y una gran concentración de carotenos, especialmente de betacarotenos que ayudan a prevenir tumores, hemorragias cerebrales, cataratas o enfermedades cardíacas, además de tener un gran poder antioxidante. Si os hemos convencido, atentos a esta receta para disfrutar de una de nuestras maravillas gastronómicas más ricas y saludables.

Receta fácil y sencilla de pimientos de Gernika fritos

Sin duda la mejor y más típica forma de comer estos deliciosos pimientos es su fritura. Para ello tres ingredientes, así facilito: un kilo de pimientos de Gernika, aceite de oliva virgen, sal y mucho cariño.

receta pimientos de Gernika

Elaboración

Lavamos los pimientos con abundante agua pero ¡cuidado!, hay que secarlos bien para quitarles cualquier exceso de agua. Lo podéis hacer con un trapo limpio y seco o con papel de cocina. Ponemos en una sartén abundante aceite de oliva, siempre virgen extra, sin procesar y de calidad superior y, solo cuando el aceite esté muy caliente echamos los pimientos, sin amontonarlos. Si hay mucho comensal esperando podemos freírlos por tandas. Cuando estén hechos por un lado les damos la vuelta con una espumadera y dejamos que se frían por el lado opuesto unos veinte segundos. Los sacamos, colocamos en una bandeja, echamos sal escamada y, ¡a degustar!

Imagen vía Forge Adour

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