No tienen centros comerciales ni restaurantes de comida rápida. Tampoco grandes aglomeraciones. Porque lo que se busca en estos destinos es calma, autenticidad y paisajes sin igual.

Este post se lo dedicamos a cuatro pueblos tan pequeños como imprescindibles. Pueblos que aunque solo tengan unas pocas casas en comparación con las grandes ciudades, bien merecen un viaje en autobús. Pueblos que tienen toneladas de encanto.

Elantxobe

Uno de los pueblos pesqueros más bonitos de España. Su orografía abrupta hace que el pueblo sea una cascada de casas con calles tan empinadas que sus vecinos no deberían necesitar ningún gimnasio para lucir piernas esbeltas. Como curiosidad, comentar que la única forma que tienen los autobuses de dar la vuelta en el pueblo es con una plataforma giratoria.

Elizondo

La capital del Baztan, atravesada por el río Bidasoa, es un auténtico mosaico de caseríos y palacetes repleto de grandes balcones de colores. Un pueblo rodeado de posibles escapadas montañeras y del que podrás volver con una bolsa bien llena de dulces y chocolate, los productos más típicos del lugar.

Labastida

Uno de los pueblos más representativos de Rioja Alavesa, cuna del buen vino como ya hemos hablado en este blog en más de una ocasión. Además de perderse por los muchos viñedos y bodegas que la rodean, Labastida ofrece un gran atractivo monumental desde su casco histórico: el Palacio de los Garaizábal, el Palacio de los Paternina, la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora del a Asunción.

Elorrio

Situada a mitad de camino entre Eibar y Durango, se trata de una localidad que combina monumentos interesantes con palacios a raudales. Pasear por su caso antiguo es suficiente para comprobar que Elorrio tiene un patrimonio sorprendente y original con la Necrópolis de Argiñeta (sepulcros y estelas funerarias de todas las ermitas de los alrededores juntadas en este lugar) o la fuente de Berriozabaleta.