Dicen que tomarse un cóctel en la barra de un bar es un signo de distinción. Sobre todo, si el cóctel en cuestión está bien preparado por un barman que sabe lo que hace, esa profesión que está más cercana al arte que a la hostelería. Ahora que el buen tiempo es ya una realidad, ¿verdad que apetece un cóctel? Aquí van cuatro sitios en los que puedes tomarlo en Donosti.
“Old fashioned” en el Museo del Whisky
Un bar con piano y pianista ya es motivo suficiente para una visita de vez en cuando. Pero como de lo que estamos hablando es de cócteles y este es uno de los sitios del mundo con una colección más grande de marcas diferentes de whisky, vamos a proponerte un “old fashioned”. Ingredientes: whisky, azúcar, amargo de Angostura, soda, una rodaja de naranja y una cáscara de limón.
“Bloody Mary” en La Madame
Hay bebidas que son de noche y bebidas que son de día, como es el caso del “bloody mary”, uno de los mejores acompañamientos para un brunch, uno de los muchos planes que nos propone La Madame. Se trata de una bebida que no sabemos si es verdad que cura la resaca, pero que está muy rica. ¿Qué lleva? Normalmente, vodka, zumo de tomate, una pizca de sal y pimienta negra, 3 gotas de salsa Worcestershire, 3 gotas de salsa Tabasco y 10ml de zumo de limón o de lima.
“Pisco Sour” en Ekeko
Para este nuevo cóctel viajamos al Perú, al Perú donostiarra que es Ekeko. El “pisco sour" es un cóctel preparado con pisco y zumo de limón. La denominación proviene de la unión de las palabras «pisco» (un tipo de aguardiente de uvas) y «sour» (en referencia a la familia de cócteles que utilizan limón como parte de su receta). Ideal como aperitivo antes de cenar un “sangüich” con fundamento.
“Moscow Mule” en Taula
Poca gente conoce este cóctel y mucho menos su historia. Cuenta la leyenda que todo comenzó un caluroso día de 1941 en Los Ángeles. Jack Morgan, propietario de un restaurante, decidió desarrollar (sin éxito) su propia línea de cerveza de jengibre. Años más tarde, John Martin, un amigo de Morgan, adquirió los derechos de una empresa de licores por entonces desconocida: Smirnoff. Después entró en escena Sophie Berezinsky, una mujer rusa que transportaba en un remolque más de 2.000 tazas de cobre que buscaban desesperadamente un comprador.
Por caprichos del destino, estas tres personas sin éxito profesional se reunieron, intentando averiguar la mejor forma de combinar los tres productos: la efervescencia picante de la cerveza de jengibre, el punto alcohólico del vodka y la capacidad de mantener la temperatura del cobre. Tras muchas horas deliberando, nació el “moscow mule".