Acostumbrados como estamos al azul del mar, al verde de nuestros montes y a nuestra ‘amiga’ la lluvia, parece mentira que tan cerca tengamos un auténtico desierto digno de cualquier película del Oeste.
Aunque a priori parece más un paisaje sacado de Marte, este espectáculo de la naturaleza lleno de laberintos y barrancos ha sido esculpido por la erosión del agua. Se encuentra en
Navarra y estamos hablando de las
Bardenas Reales,
Parque Natural y Reserva de la Biosfera.
Más de 400 km² de hondonadas, valles, mesetas, torrentes secos, montículos de arcilla y todo tipo de formaciones únicas y sorprendentes. ¿Damos una vuelta?
Acceso a Las Bardenas
Para acceder a las
Bardenas Reales, aunque se puede llegar desde muchos puntos diferentes, la mejor opción es la localidad de
Arguedas. Desde aquí, en la carretera de entrada al parque encontraréis el centro de interpretación.
Además, es el lugar mas cercano a uno de los puntos mas conocidos, el
Castil de Tierra, también conocido como
Chimenea de las hadas o, entre nosotros, el
‘chirimbolo’ ese que tiene forma de pirámide.
Qué ver en Las Bardenas
Las Bardenas están formadas por 3 zonas; la
Bardena Verde formada por un paisaje agrícola, la
Bardena Negra donde se extienden bosques en su mayoría de pino carrasco y la
Bardena Blanca, la zona principal para recorrer, la más espectacular con su aspecto semi-desértico y la que ha servido de plató para numerosos anuncios, videoclips, películas y también para la famosa serie
Juego de Tronos. Sí, por aquí es donde los
Dothraki hicieron una de sus 'romerías'.
Algunas rutas cercanas
Una de las características que más nos gustan de este viaje por el desierto es que puede ser una experiencia para disfrutar a pie, en bicicleta o en todoterreno, en pareja, con niños o con la cuadrilla.
Existen varias rutas que llevan a lugares como la
Ermita del Yugo, sobre una loma con vistas, y al castillo de
Peñaflor (siglo XII), vestigio del pasado como enclave fronterizo de este lugar. También podemos ver el
Pastor Bardenero, escultura creada por
Antonio Loperena, el embalse del ferial o varios miradores con vistas de quitar el hipo.
En definitiva, un lugar donde alucinar con el paisaje y pasar un agradable día; eso sí, muy atentos a la predicción del tiempo que, como caigan cuatro gotas, el terreno árido se convierte en un lodazal y salir de allí se convierte en una empresa complicada hasta para los mismísimos dragones de
Daenerys.
Un último apunte; si termináis el día con ganas, también podéis aprovechar para visitar el cercano castillo de
Olite o el
Monasterio de Leyre.
¡Sed viajeros!